miércoles, 25 de diciembre de 2013

Mi cara B


Mi vida es como una cinta de música de los noventa: con su cara A y su cara B.

La cara A es la más conocida, donde se esconden los hits del verano y los ritmos más pegadizos. Sin embargo, es tan repetitiva que termina por hastiar al personal y muy pocos quedan con ganas suficientes como para atreverse a escuchar la cara B.

Un día, me paré a darle la vuelta a la cinta y, desde entonces, cambié los estribillos asfixiantes por canciones de verdad. Yo siempre digo que mis amigos son la cara B de mi vida: son el aliento que me falta cuando el agobio me oprime fuerte el pecho; el golpe de suerte que me permite escapar de todo sin necesidad de ir más allá del bar de la esquina.

Mis amigos son las agujetas en la tripa cuando nos reímos a carcajadas por algo que nadie más entendería y, cómo no, son los acompañantes perfectos en una cena improvisada de pizzas y palomitas. Ellos son la otra firma en las escrituras de la casa de fin de semana; ese banco del parque en el que se nos congelaban las manos las largas tardes de invierno. También son los chapuzones entre olas aquel verano de la playa o los partidos de futbol que veía en el patio de un colegio sabiendo o sin saber lo que era un fuera de juego.

Ellos son las miradas cómplices, las sonrisas: mi suerte, mis secretos. Mi cara B.

viernes, 22 de noviembre de 2013

La trastienda de la vida


Ese era el lugar. Tenía que ser ahí, en la trastienda de los devaneos y el alborozo: el único lugar donde era posible doparse con un chute de cotidianidad alternativa tan necesario para escapar de aquellas construcciones de apariencia armónica pero que, en su naturaleza fastuosa, se erigían, sin duda, algo inciertas.

En un momento, observé cómo la ciudad se convertía en una alegoría urbana de mi propia vida, cuya sombra alcanzaba ya difusa la caverna de mis pensamientos, augurando un futuro que parecía amalgamado con las fachadas de aquellos edificios y se presentaba definido, estático, perenne; asfixiante. Sin embargo, en mi vida no existía una puerta de atrás por la que escapar o, al menos hasta entonces, yo nunca había contemplado tal posibilidad.

Quizás fueron la bohemia y lo prohibido expirando en el beso ausente o, pudo también ser el eco de su aliento resonando en mis oídos. En ese instante, comprendí todo; me comprendí a mí. Sentí vértigo y me gustó.
 
Alba Expósito

lunes, 18 de noviembre de 2013

El placer de soñar

La magia de los sueños está en que puedes dejar que todo pase sin tener que pedirte después explicaciones.

Alba Expósito

miércoles, 16 de octubre de 2013

Y de repente, la casualidad

Subiéndose la falda, ya acomodada a horcajadas sobre sus caderas, se excitaba con el preludio de algo que, a juzgar por lo abultado de su bragueta, prometía cumplir con las expectativas. Con una mirada, menos lasciva que tierna, iba rozando su cuerpo sin tocarle: unos labios maduros malamente enmarcados entre los perfiles de esa perilla entrecana, que aún conservaba la esencia canalla que ayer despertó pasiones; ese cuello que custodiaba celoso el secreto de la poesía en su garganta y, justo debajo, su pecho todavía cubierto con la camiseta de rayas que un día fuese su seña de identidad y que ahora parecía poco menos que un extraño homenaje a no se sabe qué.


Entre tanto, él comenzaba a subir por su muslo con la mano que no tenía atrapada entre la lencería que ella había elegido para la ocasión y fue entonces, en ese mismo instante, cuando sus pupilas se clavaron en aquella mano. Desde que era una niña le había encantado inventar historias a partir de pequeños detalles que, para otros, hubieran resultado insignificantes, pero que en su mente avispada actuaban como una semilla a punto de germinar. Aquella tarde, su pensamiento se recreó en cada recoveco de la mano de ese hombre, imaginando cuántas serían las gotas de tinta que habría empujado al suicidio, derramándose sobre el papel en blanco y dejando una estela de versos en los que dibujaban con palabras tantas siluetas femeninas que daban vida a sus poemas. 


Le admiraba, siempre lo había hecho, pero nunca se habría atrevido a pensar en un encuentro así, ni siquiera había imaginado que llegaría a encontrarse con él, de ningún modo. Si aquella mañana alguien le hubiese dicho que iba a conocerle en ese bar del centro habría pensado que era una broma, pero si además le hubiese advertido que acabaría en su casa le habría parecido una auténtica locura. De repente todo eran dudas, sabía que todo acabaría en unas horas; él era casi un mito para algunos y su voz destilaba la plenitud de un pasado no tan lejano, pero ella ya no tenía claro por qué estaba allí; parecía conocerle desde hacía años pero hacía solo unas horas que habían cruzado palabra por primera vez. Tenía envenenada la razón.



–Regálame, luego, un verso en tu poesía. –Acertó ella a decir, titubeando. –La palabra es eterna, no es joven ni vieja; es tatuaje en la memoria.



Él subió la mirada hasta encontrarse con sus ojos, tan bien delineados en negro azabache, y sonrió complaciente. Despacio, su mano gastada siguió el camino que tenía marcado por su muslo desnudo.



Alba Expósito

sábado, 28 de septiembre de 2013

Del día en que quisieron mandar en nuestros ovarios

A los animales les planificamos la vida, fijaos sino en las gallinas, por ejemplo. Rompen el cascarón y se encuentran sobre sus cabecitas un foco de luz cegador, casi inquisitivo, que ilumina el espacio concebido entre las cuatro paredes de plástico que forman esa especie de incubadora, dotándola, sin duda, de un calor agradable pero, al fin y al cabo, artificial.
Cuando por fin consiguen adaptar sus ojos a tan incómodo ambiente, casi no les da tiempo a pestañear dos veces, cuando ya han sido fecundadas por algún gallo y están esperando a poner un huevo colocadas entre paja y barracones de madera.

Si lo pensamos bien, da un poco de pena ¿no? Pues imaginad que en vez de gallinas fuesen personas, concretamente mujeres. No podemos dejar que nos traten como animales, somos mujeres y somos libres: tenemos capacidad y responsabilidad para actuar y decidir en todos los ámbitos de nuestra vida. Solo nosotras somos dueñas de nuestro cuerpo.
No os dejéis convencer por los de los rosarios, los de las gaviotas y demás parafernalias; solo tienen miedo y, también, muchos aires de grandeza. Si nos quieren calladas y sumisas, respóndeles rebelándote.

#28-S
#NOSOTRAS DECIDIMOS

#ABORTO LIBRE

Alba Expósito

Escribir, escribir, escribir...

A veces, barriendo los rincones me encuentro letras perdidas y, por qué no decirlo, algo desaliñadas: una a con la pata rota, una i sin su palito y hasta una ñ con el flequillo despeinado. A lo mejor es cosa mía, pero me da la sensación de que están ahí esperando a que las vea para provocarme un extraño sentimiento maternal que me empuja a adoptarlas, a cuidarlas y a contar historias con ellas.

Sí, lo sé, quizás todo esto tenga un tono maníaco e, incluso, psicopático, pero si de algo estoy segura es de que las letras son las únicas que pueden dar salida a esta esquizofrenia sana del escritor (o intento de ello); dando alas a aquello que nunca ha sucedido, resucitando el recuerdo enquistado y cauterizando la herida.

Alba Expósito.

viernes, 13 de septiembre de 2013

Duda existencial: intrasexual

No sé qué me follaría antes; a ti o a tu poesía...
A fin de cuentas, supongo que vienen a ser lo mismo.

Alba Expósito

sábado, 24 de agosto de 2013

Algunos recuerdos (de él) robados (para él)

Sonrisas que recorren temblorosas
rincones de un invierno edulcorado
con pan y chocolate

Repiquete de monotonía estudiantil
coreado por un ejército de carteras de piel
y pantalones cortos

Nube de tiza de la rayuela desdibujada
a la sombra de besos que el cartel de
"se busca" arrancan a labios virginales

Amor en la piel quemando para anidar
en las entrañas y regalar madrugadores
llantos pueriles que suenan hoy añejos

Momentos que saben a nostalgia son
ahora recuerdos que surcan la piel...

Alba Expósito

domingo, 16 de junio de 2013

Confesión nº 156.13

Muñequita de salón sentadita, con mi piel de porcelana, acariciando tu diván.

                                                            -   Fíjense:

Caen sobre el óvalo de mi rostro perfectos bucles que copian (coquetas) mis pestañas; tan largas, tan espesas. ¿Y mi boca? Delicada, como esculpida... siempre sellada por la podredumbre de las palabras muertas.
Entre tanto, mis ojos son dos cuencas vacías a las que la sangre encostrada la mirada niega, abocando los pensamientos hacia el límite de lo onírico, donde me vendo a cualquier  ángel caído que me arrastre a lo mortal.

                                                            -  Fíjense:


Anhelo mis trenzas despeinadas con esos mechones sueltos que se enredan en el cuello. Yo quiero el rímel corrido hasta la comisura de mi sonrisa, traviesa e inquieta, porque me tiemblan las piernas cuando de soslayo te rescato recordando el sudor que compartimos y que, ahora, escuece amargo como la ginebra en mis estigmas  .



Alba Expósito


sábado, 23 de marzo de 2013

Y ahora no tienes nombre


Tentada como un cristiano con gota
un viernes de Cuaresma

Tentada como un ninfómano confeso
a las puertas de un burdel


                              (I) Su boca

Sonaba a frescura aplacando
la amargura de la mía, tan seca  
Tan seca, la mía pero
sin saliva devorándote

                               (II) Escalofrío

Caliente de tu pecho latiendo
tras mi espalda, tan incierta
Tan incierta, mi espalda pero
pudorosa deseándote

                                                                                        (III) Angustia

Del no recuerdo de tu gesto
provocándome, tan cerca  
Tan cerca, provocándome pero
en mis comisuras sepultado

domingo, 17 de febrero de 2013

Ciénaga negra de sudor y de sangre


Ciénaga negra de sudor
y de sangre

Espesa de amor pútrido
que aún en el fango
               ahogándose
palpíta cual corazón delator
en los Cuentos de Poe
detrás de las paredes

Aguas infectadas de cadáveres
calientes que flotan
              devorándose
como bestias en celo que
confunden su materia y se funden 
con el hedor y el barro

Ciénaga negra de sudor
y de sangre

Alba Expósito


miércoles, 23 de enero de 2013

(Des)anudado

Estruendo ensordecedor detrás de la ventana
pero yo llena de ti

Polvo negro que se hace flema en mi garganta
pero yo llena de ti

                                                                                     Y todo estalla

                                                                                                     Y ahora sorda

                                                                                                      Y me ahogo


Presión intensa en mi vientre
que no eres tú entrándome

Mi sangre, que también es tuya, 
recorre discreta mis muslos

                                                                                      Y todo estalla

                                                                                                     Y ahora sorda 

                                                                                                     Y me ahogo


Dolor de perdernos en los lazos desatándose 


Alba Expósito