domingo, 16 de junio de 2013

Confesión nº 156.13

Muñequita de salón sentadita, con mi piel de porcelana, acariciando tu diván.

                                                            -   Fíjense:

Caen sobre el óvalo de mi rostro perfectos bucles que copian (coquetas) mis pestañas; tan largas, tan espesas. ¿Y mi boca? Delicada, como esculpida... siempre sellada por la podredumbre de las palabras muertas.
Entre tanto, mis ojos son dos cuencas vacías a las que la sangre encostrada la mirada niega, abocando los pensamientos hacia el límite de lo onírico, donde me vendo a cualquier  ángel caído que me arrastre a lo mortal.

                                                            -  Fíjense:


Anhelo mis trenzas despeinadas con esos mechones sueltos que se enredan en el cuello. Yo quiero el rímel corrido hasta la comisura de mi sonrisa, traviesa e inquieta, porque me tiemblan las piernas cuando de soslayo te rescato recordando el sudor que compartimos y que, ahora, escuece amargo como la ginebra en mis estigmas  .



Alba Expósito