Muñequita de salón sentadita, con mi piel de porcelana, acariciando tu
diván.
- Fíjense:
Caen sobre el óvalo de mi rostro
perfectos bucles que copian (coquetas) mis pestañas; tan largas, tan espesas.
¿Y mi boca? Delicada, como esculpida... siempre sellada por la podredumbre de las
palabras muertas.
Entre tanto, mis ojos son dos cuencas
vacías a las que la sangre encostrada la mirada niega, abocando los
pensamientos hacia el límite de lo onírico, donde me vendo a cualquier ángel caído que me arrastre a lo mortal.
- Fíjense:
Anhelo mis trenzas despeinadas con esos
mechones sueltos que se enredan en el cuello. Yo quiero el rímel corrido hasta la comisura de mi sonrisa, traviesa e
inquieta, porque me tiemblan las piernas cuando de soslayo te rescato recordando el sudor que compartimos y que, ahora, escuece amargo como la ginebra en mis estigmas .
Alba Expósito