El cantar del gallo la salvó de una noche de desvelo. Ya solo podía
pensar en sus excusas y sus desplantes, y en ella que la acogió como a una hija
tras la muerte de su madre. La cabeza le iba a estallar. No
podía más.
Tomó una escopeta de la colección de armas del zaguán y subió corriendo
al piso de arriba encontrando tras la puerta del dormitorio a Tía Eugenia y a su propio marido compartiendo cama.
El estruendo del disparo la hizo volver en sí y le vio aterrorizado
entre las sábanas teñidas con la sangre de su amante. Ella que había visto por
sus ojos, escuchado por sus oídos, sentido por su piel... Volvió a apretar el
gatillo.
De repente el cansancio de una noche toledana comenzó a pesar en sus
párpados y por fin pudo dormir tranquila.
Alba Expósito
Alba Expósito
Bonita poesía,y a la terrorífica otra vez mas Alba nos as vuelto a impresionar con tu gran poesía.
ResponderEliminarY por favor que esta gran blog sea el mejor.
:)
Que fluidez de palabra,precioso y a la vez intenso tengo ganas da mas.
ResponderEliminarMe alegro de que os haya gustado. Gracias
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